Ahogo un bostezo.
Me escapo,
pero no físicamente.
Adorno huecos,
río desconsolado.
Encandilado
veo sus rostros bajo el bombillo.
Y así.
Así me sentí.
Descansé en mis propios brazos,
me abrazé.
Pues, ¿con quien voy a compartirme?
¿A quién le voy a dar un poco?
¿Quién va a observar la vida abstracta,
llena de colores gris?
¿Quién va a oler un beso conmigo?
¿Y quién disfrutará el llanto, la ira y
la Búsqueda Infinita?
jueves, 28 de enero de 2010
domingo, 17 de enero de 2010
Juventud
Somos las espaldas curvas,
la indiferencia digital.
Arrastrando los pies nos dirigimos
todos hacia una verdad inexistente.
Pregunta sin respuesta que
nos consume y en el camino
sentimos superioridad.
Algunos hieren, porque se sienten heridos.
Y un pequeño desliz
una pequeña luz,
que cobra vida casi espontánea,
nos cambia por completo.
Nuestra cara gris se torna sol.
Y sentimos el fantasma cálido de la compañía.
Sea grande o inmensa.
Siempre vive
en los lugares más recónditos
de la biodiversidad mental más humana que el cemento.
la indiferencia digital.
Arrastrando los pies nos dirigimos
todos hacia una verdad inexistente.
Pregunta sin respuesta que
nos consume y en el camino
sentimos superioridad.
Algunos hieren, porque se sienten heridos.
Y un pequeño desliz
una pequeña luz,
que cobra vida casi espontánea,
nos cambia por completo.
Nuestra cara gris se torna sol.
Y sentimos el fantasma cálido de la compañía.
Sea grande o inmensa.
Siempre vive
en los lugares más recónditos
de la biodiversidad mental más humana que el cemento.
martes, 5 de enero de 2010
Dúo
En la misma habitación
una mujer y una flor.
La flor es una orquídea
y la mujer no existe.
A lo poco que recuerdo
la mujer es inexpresiva
y la orquídea no estaba.
Me ahorcaba la cavidad bucal,
la columna de su ego,
la paciencia milenaria.
La mujer y su cóncava palidez
enmudecía, se pudría,
disfrutaba de su extraño peinado.
Triangular, la piedra anular de su barbilla
de su tallo y de sus ojos
sonreía verde, sin mancha alguna.
El disco transparente, revelador
promiscuo encanto de su pistilo
perfecto radial, volador.
Todo en una habitación
llena de musgo, larga.
La flor no existía,
y la mujer, ¡oh, cómo me llenaba!
una mujer y una flor.
La flor es una orquídea
y la mujer no existe.
A lo poco que recuerdo
la mujer es inexpresiva
y la orquídea no estaba.
Me ahorcaba la cavidad bucal,
la columna de su ego,
la paciencia milenaria.
La mujer y su cóncava palidez
enmudecía, se pudría,
disfrutaba de su extraño peinado.
Triangular, la piedra anular de su barbilla
de su tallo y de sus ojos
sonreía verde, sin mancha alguna.
El disco transparente, revelador
promiscuo encanto de su pistilo
perfecto radial, volador.
Todo en una habitación
llena de musgo, larga.
La flor no existía,
y la mujer, ¡oh, cómo me llenaba!
Cursilería
Y si me pongo a copiar,
cuarentena y pulsera
algo
que tengo que avisar.
Y si me pongo a medir
el infierno a color se pondrá.
Todo
lo que amo morirá.
Y si el rosado se apodera de mí
ayúdenme
sáquenme de aquí, por favor.
Es este número en la eternidad
de cuantas cosas mi cartuchera,
retrato inverosímil
de una mente cualquiera.
Perfectos, aún sin sex-appeal
éstos son sonidos
que no son bienvenidos.
cuarentena y pulsera
algo
que tengo que avisar.
Y si me pongo a medir
el infierno a color se pondrá.
Todo
lo que amo morirá.
Y si el rosado se apodera de mí
ayúdenme
sáquenme de aquí, por favor.
Es este número en la eternidad
de cuantas cosas mi cartuchera,
retrato inverosímil
de una mente cualquiera.
Perfectos, aún sin sex-appeal
éstos son sonidos
que no son bienvenidos.
Etiquetas:
con mucho sentido,
poesía
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