Una polilla camina sobre los tejados de mi café,
una cuchara inocente se incrusta en su mar.
Una circunvalación exigente
se cruza con una gota que cae en mi pantalón.
Una sonrisa ajena que presume su anatomía al sol,
me alegra las neuronas, me encandila.
Un comentario absurdo,
de niños que juegan en la sombra de otro viaje matutino.
Todo define los comportamientos inadecuados,
repercusiones de una noche en la que soñé con usted.
martes, 2 de marzo de 2010
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