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sábado, 12 de junio de 2010

inestable nivel de energía 8

  Cada vez es más difícil. El colegio y sus conflictos, las hormonas no están de mi lado. Los problemas siempre han estado, pero nunca había tenido necesidad de esconderlos. Es como tapar un hueco haciendo otro. La relación con mi padre no es buena, y gran parte de la melancolía que a veces me ataca es causada por eso.
  Conocer personas por internet suena interesante, pero no es más que un intento fallido para acortar distancias que son imposibles de embellecer. Viajé a Guápiles dos veces, muchos mensajes de texto, chatear viéndolo por la webcam. Esos días fueron lagunas sumergidas en otras más grandes. Un día súbito el mensaje lo dijo todo. La relación acabó y aún no lo entiendo.
  Las lágrimas físicas cayeron rápido, pero el nudo en la garganta persistió hasta llegar a una posible solución. Volver como el hijo pródigo al templo donde una vez fui feliz. Allí canté mantras, anduve descalzo y toqué tambores. Dormí varias veces y volví a dormir. Mi madre y yo juntos, pegando brincos sobre el suelo caliente, tomados de la mano, vacilando. Siento la falta de lógica un descanso, trascendental y parcial.
  Olvidar los problemas es a veces bueno, pero caer en uno para tapar otro (aunque sea inconsciente) es como un helado de chocolate con veta de chocolate, trocitos de chocolate, chocolate líquido por encima y chocolate en polvo para decorar. Empalagoso. Sin embargo, siento que mi nacimiento está próximo, pues ahora estoy viviendo aún en el vientre materno.