Resonancia eterna resumida a un segundo.
Destrucción del oído interno, repetición.
Es un sonido detestable que,
cual hechizo de radiograbadora,
me molesta con su inesperada sensualidad.
Movimientos rápidos.
Gritos.
No justifican
porque siempre es demasiada
sensibilidad sensorial.
Las voces como cuchillos
son de color rojo,
sangran al vibrar, sangran cuando entran.
Por eso escribo y no hablo,
aunque siempre la resonancia,
siempre la resonancia.
Los sonidos se amplían,
hasta los gestos mudos gritan.
Persisten.
Son bombas que nunca explotan
porque siempre es el último segundo.
Y una explosión
o una sonrisa
serán gratificantes
me aliviarán.
Me dejará de picar el cráneo,
no me quiero rascar más.
He aquí un cerebro necrosionado
por el smog del sonido
en su lucha por subsistir.
viernes, 25 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

Lo amo. :)
ResponderEliminar